Por demasiado tiempo Chile ha permanecido prácticamente invisible para
la comunidad científica internacional, como parte de un paisaje que no llama la
atención y no invita a conocer. Tal vez la responsabilidad sea compartida
(entre los distintos actores de la innovación, la ciencia y la tecnología),
dada la pasividad que se ha tenido para desarrollar estas áreas de manera
sistemática y organizada. La preocupación debe ser por crear una cultura
científica que asimile la investigación como parte de la formación natural de
toda persona, en la que conceptos como emprendimiento e innovación sean
naturales.
Recientemente recibimos con entusiasmo, la noticia del anuncio por parte
del Gobierno acerca de la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología,
iniciativa que debiera dar un impulso concreto al mundo de:las ciencias, la innovación y la tecnología. Hoy
resulta imprescindible ocuparse seriamente de esos tres pilares que sustentan
el crecimiento de toda nación, dándoles su propio espacio, donde se establezca
un diálogo científico, hoy casi inexistente.
En este nuevo escenario, es primordial que exista una real
conexión entre el desarrollo científico y las necesidades de la comunidad,
de manera que los recursos estén bien invertidos. Y, para ello, debemos
trabajar en fortalecer la colaboración y compromiso del sector público y
privado, así como también oír a todas las vocesexpertas que tienen algo que
decir en materia de innovación y tecnología. Por ello es vital que las
iniciativas impulsadas por el Gobierno sean integrales, reflejadas en un
trabajo conjunto con el mundo privado para el desarrollo de la ciencia y la
investigación, logrando que dichos resultados sean un verdadero aporte para el
bienestar de toda la comunidad nacional.
Chile es uno de los países OCDE que menos recursos destina a Innovación,
Desarrollo e Investigación (I+D+I), pero paradojalmente es en Latinoamérica
líder en el uso de las Tics, sector que crece por sobre el PIB nacional, desde
hace varios años, incluso el 2014 con desaceleración incluida, a modo de
ejemplo en el año 2013 sólo un 0,35% del PIB, fue a I+D+I, cifra claramente
insuficiente y donde sólo un tercio correspondió a aportes del sector privado y
el resto correspondió a iniciativa estatal.
En Chile hoy se debaten importantes reformas, pero al parecer, el tema
de I+D+I no se encuentra en el ADN del mundo político, aun cuando su
importancia es vital para el futuro de la nación, especialmente cuando estamos
en un escenario en el que los commodities están terminando un ciclo favorable.
Lo anterior, no sólo pone urgencia, sino que pasa
a ser una necesidad país, el generar iniciativas y políticas público-privadas
orientadas al crecimiento y a la generación de una institucionalidad capaz: de
coordinar, de apalancar recursos y de crear los planes y proyectos bien
fundamentados, que permitan causar impactos positivos en el desarrollo
de la innovación la ciencia y la tecnología.
En el caso particular de nuestra profesión, la Ingeniería Civil Industrial,
existe un tremendo capital humano que no se ha sabido potenciar, y en la medida
que no exista un diálogo entre el trabajo científico, las industrias de
tecnología e innovación y el Gobierno, seguiremos perdiendo grandes
oportunidades.
Finalmente, nuestro ejercicio de la profesión debe propender generar
contribuciones al desarrollo de la ciencia y la tecnología, reflejados en la
Innovación de: diseño, procesos, productos, servicios, modelos de negocio, culturales,
sociales, organizacionales. Los cuales deberán aportar al:patentamiento,
emprendimiento, desarrollo industrial, investigación aplicada y transferencia
tecnológica, entre otros, como contribución al desarrollo y bienestar
de nuestro país y su gente.
Jaime Soto Muñoz
Consejero Nacional Rep. Especialidad Industrial
Colegio de Ingenieros de Chile A.G.
Registro N° 27.271
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