Cuando pareciera que los acontecimientos de la vida cotidiana
hubiesen agotado nuestro asombro, aparece un nuevo evento que nos desmiente.
La basura, que ha sido motivo de tantos episodios más sucios que
su naturaleza, nos muestra dramáticamente que las decisiones municipales y
estatales, basadas en una asignación economicista de soluciones de rentabilidad
de corto plazo, terminan en episodios indeseables como el de Santa Marta.
El mercado, probablemente no paga el esfuerzo de discriminar los
residuos a nivel domiciliario, no hay incentivo monetarios para los
particulares, que desde la mirada egoístamente privada no reconocen beneficio
en ello.
Si la separación no ocurre en origen, los costos para un operador
privado, en busca de rentabilidad, exceden los beneficios de la recuperación de
reciclables o el subproducto de la descomposición de los residuos vegetales o
similares.
Nadie ve los costos de mayor transporte, de mayor uso de suelo
para los vertederos y los riesgos de incendios, explosiones y contaminaciones
atmosféricas como las actuales, ni menos aquellas medio ambientales, que por
mucho que se declaren no se abordan.
¿Por qué los ingenieros industriales debiésemos opinar? Por que
hay tecnología probada en el mundo para segregar y reciclar. No, porque hay
capacidad de gestión disponible para abordar sistémicamente el problema, pero
falta capacidad de liderazgo a nivel de autoridades locales y estatales para
comprometerse en enfrentar el diseño de soluciones fuera de la lógica del
mercado. El mercado nunca ha resuelto problemas de externalidades, donde los
individuos no perciben su contribución al costo colectivo, pero luego sufren
las consecuencias de la agregación de los daños que marginalmente hemos aportado.
Estamos disponibles para contribuir a las soluciones técnicas y
políticas necesarias para hacernos cargo de una sociedad que no merece vivir en
la basura, en su humo o en la mediocridad de las indecisiones.
Luis Zaviezo S.
Presidente
Consejo Especialidad Industrias
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