Desde hace ya algunos años hemos visto proyectos que han tenido como
resultado un fracaso rotundo con el consecuente desprestigio no solamente de
sus autores y ejecutores sino, de manera más amplia, de la ingeniería chilena,
causando además un detrimento de los recursos invertidos en ellos.
Entre las obras fallidas podemos considerar el puente Loncomilla, el
colector de saneamiento de Valparaíso, el puente CauCau y ahora conocemos de la
construcción de 500 casas en Coronel que deben ser demolidas y reconstruidas
debido a severas falencias en su diseño y construcción, detectadas desde hace
ya más de tres años.
En estos proyectos encontramos siempre una pobre planificación tanto
de la ingeniería como en su construcción.No solamente la
falta de control puede por sí misma causar el desastre, el germen del fracaso
se encuentra desde los primeros pasos de la planificación y se inserta de
manera fundamental en la gestión.
Las incoherencias se centran, en todos los casos, en los niveles de
tolerancia de los errores, estossolamente buscan evitar impactos negativos en
los avances o eludir responsabilidades,con lo cual se comienzana gestar
distintos niveles de fracaso que constituyen una suerte de capital negativo especialmente
cuando no seconocen de manera amplia y transparente.
Por estos motivos, es importante alertar y más bien advertir tanto a
las autoridades como al público para evitar los desastres loque, evidentemente,
no se basa en denuncias o noticias impactantes de pobre contenido técnico, sino
más bien en una educación en muchos niveles en que se deben tomar las
decisiones, una educación destinada a reconocer las necesidades y sus efectos
en la materialización de las obras.
Esta es una tarea de la Ingeniería que necesita un oído receptivo de
la autoridad.
Fotografía: Bío Bío Chile
Sergio Contreras A.
Primer Vicepresidente
Colegio de Ingenieros de Chile
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