Sin
duda que la capacidad de predecir el futuro es un arte o un producto del azar.
No obstante a esto cada vez que escucho mencionar la Ley de Moore no puedo más
que maravillarme.
Esta
ley que predijo en 1965 que
aproximadamente cada año se duplicaría el número de transistores en un
microprocesador y que fue ajustada en 1975, al corroborar que el ritmo bajaría,
y que la capacidad de integración no se duplicaría cada 12 meses sino que
cada 24 meses aproximadamente. Este hecho de facto ha contribuido a que la
capacidad de procesamiento haya ido aumentando exponencialmente en el tiempo y
que a su vez el costo haya disminuido.
Este
hecho ha permitido que hoy en día tengamos la posibilidad de tener dispositivos
móviles y de escritorio con una impresionante capacidad de cómputo a precios
competitivos y asequibles.
Empíricamente
se ha demostrado que por 50 años esta tendencia ha facilitado increíbles
avances en el área de las tecnologías de la información. No obstante a esto
estoy seguro que los cambios más radicales aún están por venir.
Hoy
se habla de Bigdata, de la internet de la cosas y de impresión 3D, pero
¿Estamos preparados para lo que significa para la humanidad el desarrollo de la
inteligencia artificial?
El
impacto que tendrá la robotización de procesos a gran escala inundarán el que
hacer de los negocios. Los procesos rutinarios y repetitivos basados en reglas
estructuradas serán un primer inicio que hoy podemos ver incipientemente. Ya no
dependerán de las personas. Los errores, la ineficiencia y baja productividad
podrán ser abordados desde un punto de vista de mejoramiento radical de los
procesos, basado en estas tecnologías emergentes, apoyándose en la capacidad de
procesamiento disponible a bajo costo.
En
tiempos en que nuestros legisladores y el gobierno están ocupados en reformas
laborales que encarnecen el costo y la productividad de las personas, no hacen
otra cosa que alimentar la necesidad de robotizar tareas que son sujeto de
automatización. Por otra parte las reformas educacionales basadas en elementos
aspiracionales de igualdad, sin un sustento práctico para entregar herramientas
que contribuyan al progreso de la sociedad basado en el crecimiento, alimentan
el fracaso de estas iniciativas en desmedro de la población.
La
capacidad de predecir el futuro es incierta pero casos como la Ley de Moore nos
han demostrado que podemos proyectarnos. Por otra parte aunque esta ley tiene
declarada su caducidad, dentro de los próximos años, el ingenio humano y la
necesidad buscarán los medios para continuar avanzando.
Por
lo tanto las organizaciones en su afán de competencia y sustentabilidad
buscarán cada vez más adoptar tecnologías para aumentar su eficiencia y
productividad. En estos el trabajo repetitivo y recurrente se transforma en una
inmensa oportunidad de mejora.
En
términos de las personas, aquellas que no estén preparadas para ocupar
posiciones en que la creatividad, el conocimiento y el trabajo no
estructurable sea requerido, estarán en
una compleja situación. La sociedad deberá movilizarse para ocupar nuevos
espacios de contribución en la economía global.
Sólo
para terminar quisiera compartir las siguientes interrogantes:
•
¿Cómo las organizaciones se
están preparando para este nuevo escenario de competencia?
•
¿Las Universidades e institutos
están preparando adecuadamente a los nuevos profesionales?
•
¿Cómo la actual masa laboral
asumirá este desafío de reconversión?
•
¿Qué estamos haciendo en
materia de educación para el futuro?
Bartolomé Rodillo Pérez
Ingeniero Civil Industrial
Consejero Especialidad Industrial
Registro N° 22.482
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