Uno de los paradigmas
científicos más reconocidos del siglo pasado, que involucró a Chile, tuvo
relación con don Jenaro Gajardo Vera (Traiguén 1919 – Santo Domingo 1998), a
propósito de una condición preestablecida por el Club Social de Talca, en cuyos estatutos se
encontraba la obligación de tener un bien raíz inscrito a su nombre por los candidatos
a socios. Don Jenaro tenía intención de inscribirse en ese club, pero no
contaba con alguna posesión que le permitiera acceder a la inscripción que
deseaba.
Lo interesante es que tomó lo
que había frente a sus ojos (estaba mirando hacia arriba) y rompió un paradigma
de la época, al solicitar la inscripción de la luna a su nombre, primero a
través de una declaración jurada ante un Notario y posteriormente mediante la
inscripción en el Conservador de Bienes Raíces de Talca, efectuando también las
tres publicaciones en el Diario Oficial, que eran requeridas por ley para
completar las solemnidades necesarias para los saneamientos y las inscripciones
de bienes raíces.
El impacto de su acto fue tal
que, de acuerdo al mito, el presidente de Estados Unidos de la época, Richard
Nixon, a través de una carta entregada por su Embajada en Chile, solicitó
permiso para que los astronautas norteamericanos pisaran el selenita suelo de
propiedad del chileno, quien accedió sin imponer condición alguna.
Es curioso como a veces solo
basta con ejercitar el pensamiento lateral para ver con otros ojos lo que hemos
visto siempre, para reinventar la rueda y la palabra escrita, para reescribir
la historia de la humanidad, como podríamos hacer en el día a día, en cada
pequeño acto de rebeldía contra los paradigmas que viven en el acervo cultural
que nos rodea.
Don Jenaro era un soñador y un
poeta, pero sobre todo, tuvo la lucidez para mirar su entorno con la inocencia
de un niño, la sabiduría de un anciano, la templanza de un arce, la justicia
del sol, la prudencia del tiempo y la fortaleza del junco, para luego agradecer
a la naturaleza por darle la satisfacción de cumplir finalmente su anhelo de
ingresar al Club Social de Talca.
Un ingeniero es eso y más,
debe romper con los modelos de gestión, innovar en las técnicas y diseñar
análisis en base a algoritmos nuevos, con variables impensadas y ponderaciones
desquiciadas. Pensar que la luna fue solo el comienzo, pero no hay comienzo ni
fin, la creación es un proceso y no un acto específico en el tiempo, dado que
el tiempo es tan relativo como el inicio y fin de un algo que es pero no es,
según la retina del analista, en un momento de tiempo y espacio específicos que
no se repetirán, o tal vez se repetirán infinitas ocasiones en diferentes
dimensiones.
Grande don Jenaro, poeta, pintor y abogado, pero
sin duda pionero ilustre de la ingeniería chilena.
Rodrigo Escudero Muñoz
Consejero Especialidad
Industrial
Colegio de Ingenieros de Chile
A.G.
Ante esta impecable descripción del hecho sorprendente tanto de la inscripción de la luna como de que el presidente Nixon tuviese que solicitar permiso me asalta una duda minima.
ResponderEliminarComo supo este que la luna estaba inscrita en Chile? O realmente el gobierno americano sabe todo lo que sucede en este planeta y también en sus satélites?.
Un abrazo a Jenaro que seguro debe ser Hijo Ilustre de Talca.