“Todo
tiempo pasado fue mejor” cita Ernesto Sábato en su libro “El Túnel”, como una
oportuna derivación de una de las tantas célebres frases incluidas en las
“Coplas a la Muerte de su Padre”, de Jorge Manríque. Es la llamada “Esfera de
comodidad” que habla desde nuestro interior, evadiendo el cambio, liderando una
silenciosa resistencia rebelde en nuestro inconsciente, que elige al paradigma
por sobre la razonabilidad del análisis científico de hechos y circunstancias
que, bajo determinados supuestos, referidos a condiciones óptimas de
desarrollo, permitirían la “evolución técnica” de las materias en análisis.
Es
desde la inhibición del paradigma que llega Templanza a conminar al orden, al
sosiego, a la moderación ante el vértigo que puede producir cualquier cambio
que nos saque del estado de reposo en que podemos encontrarnos en cualquiera de
los aspectos profesionales y generales.
En
consecuencia, de todo un carnaval de acciones y hechos rupturistas, que con una
apertura más allá de la esperada, han modificado en mayor o menor medida
nuestro estado de sopor y quietud, es que el cambio requiere una mirada
profesional que tome el envión de fuerza que, descontrolada y en ocasiones
agresiva, genera cambios, para lograr lo mejor de los mismos, propendiendo a la
canalización más que a la resistencia, a sumarse en lo que es relevante y
potenciarlo, pero manteniendo la mesura y el rigor técnico por sobre la
banalización y el desorden por el solo desorden (sin asignar una connotación
negativa a priori al desorden, que también es fuente inagotable de
creatividad).
Desde
los cambios de paradigmas sociales, morales, culturales, espirituales e incluso
genéticos, también debemos aceptar los cambios legales, que muchas veces no son
lo deseado, pero de alguna u otra forma contribuyen a consolidar nuestra
historia, regulando también de alguna forma tanto nuestros paradigmas como el
ritmo o cadencia de los cambios.
Es
a partir de las necesidades emergentes y de los hechos históricos que se
generan o debieran surgir las modificaciones en nuestras regulaciones, unas más
conocidas que otras y unas con mayor aprobación popular que otras. No se puede
dejar de citar la célebre tramitación del feriado del día 02 de enero de 2017,
frente a otras necesidades que esperan pacientemente su turno, las que no
siempre son tema de conversación y pasan en silencio frente a nuestros ojos, a
veces mediante pequeñas acciones colectivas de unos pocos, que en resumen
solamente detienen el tráfico por un rato, para luego retornar a los paradigmas
y al frenesí habitual por solamente algunos temas que, querámoslo o no, no son
los más importantes en términos objetivos.
Es
precisamente Templanza quien debe ayudarnos a ponderar nuestras acciones y
opiniones, tanto en las conversaciones como en las redes sociales, fuentes
inagotables de descalificaciones, faltas de respeto y pérdida de toda
prudencia, donde el otro deja de tener rostro y pasa a ser solo un nickname que
no representa a otra persona, un oponente o un adversario, sino un enemigo con
el que no se debe tener la más mínima consideración.
No
es en vano que existe el llamado Moderador en los diferentes debates de ideas
de las sociedades más civilizadas. Éste es un cargo que no puedes ser rol
secundario, es quien extrae el calor de las discusiones (jamás se debe hablar
de “enfriar”, como buenos ingenieros), mediando hacia la calma cuando todo es
vértigo, éxtasis y frenesí, cuando los ojos inyectados en sangre piden tener la
siempre esquiva razón, que a nadie pertenece en forma absoluta.
Definitivamente
no son los tiempos de la Templanza, que como virtud cardinal espera silente su
momento, no obstante sería muy provechoso iniciar pronto, en tanto Jorge y
Ernesto repiten su célebre frase mientras miran desde su sitial de privilegio
en el Mundo de las Ideas.
Rodrigo Escudero Muñoz
Consejero Especialidad Industrial
Colegio de Ingenieros de Chile A.G.
@ing_escudero
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